El deporte nos enseña a ser solidarios y a trabajar en equipo, a entender que no debemos dejar atrás a ninguno de nuestros compañeros. Y esto es aplicable también a la sociedad.
El respeto, la camaradería, la equidad y la justicia que aprendemos a valorar en el deporte son
incompatibles con la discriminación o el desprecio hacia los que son diferentes.
Fuera de la pista o el terreno
de juego, nuestro equipo es la familia, los compañeros de trabajo o de escuela, los vecinos,
nuestros compatriotas y toda la humanidad. Este es el equipo en el que jugamos siempre, hasta
cuando practicamos deporte.
Por eso, programas de cohesión social entre inmigrantes como el torneo deportivo “
Tot Colors” (Todo Colores) combaten contra la práctica de las posiciones
reticentes o declaradamente adversas a la diversidad cultural y étnica.
Por otra parte, acciones como “
Un somni per un regal” (Un sueño por un regalo) permiten a los deportistas
de las distintas secciones y a los socios mostrar su solidaridad hacia los niños que se
encuentran en situaciones de dificultad por motivos de salud o de marginación social, mediante la
donación de juguetes y su reparto en hospitales.