"No puedo prometer títulos, pero estoy convencido de que la gente estará orgullosa de nosotros". Estas palabras las pronunció un joven entrenador de 37 años que, como currículum, tenía un ascenso a la Segunda División B. Como jugador lo había sido todo, pero como técnico comenzaba a dar sus primeros pasos en el fútbol profesional. Era Josep Guardiola y, tres años después de haber pronunciado aquellas premonitorias palabras, se ha convertido en el arquitecto del mejor Barça de la historia y en un referente incontestable del fútbol mundial.

Humilde pero ambicioso

En una abarrotada Sala París, Guardiola dejó patente la convicción de su propuesta futbolística. Con la modestia del principiante y, al mismo tiempo, con la ambición de quien se ha formado en un club ganador, Guardiola convenció a todos de sus posibilidades al frente de la nave azulgrana: "Me siento fuerte y preparado, si no, no estaría aquí. No tengo miedo ni estoy asustado ante este reto. Sabemos que el trayecto será duro, pero persistiré".

‘Fan’ del fútbol de ataque

Sin entrar en muchos detalles técnicos ni tácticos, Guardiola expuso, con sencillez, la filosofía futbolística que tenía la intención de aplicar al equipo y que el tiempo se ha encargado de demostrar que era la ideal tanto para ganar como para deslumbrar el mundo con un fútbol de ensueño: "Lo más importante es ganar y para llegar a la victoria todos los estilos son buenos. Yo sé el estilo que quiero y que quiero transmitir. Soy un 'fan' del fútbol de ataque por mi formación y creo mucho en el talento y también en el trabajo".

El tiempo le ha dado la razón

Guardiola no prometió títulos, sólo trabajo, compromiso y dedicación. El éxito deportivo llegaría si se cumplían estas premisas. Tampoco pidió paciencia, consciente de que su labor se valoraría en función de los resultados conseguidos. No hizo falta. El equipo respondió a la perfección logrando un triplete histórico que supuso la gestación de un equipo que está escribiendo una de las páginas más brillante de la historia del fútbol.